21 abril 2011

Antonio Garrido: "A mis compañeros les pongo vídeos de Semana Santa"

Después de 22 años como costalero del Cristo del Buen fin, dos hernias discales le impidieron salir ayer en su cofradía.







Es complicado charlar un rato con Antonio Garrido en la calle San Vicente sin ser interrumpidos por muchas personas que se acercan a saludar a ese niño que correteaba, hace ya algunos años, por las calles y plazas del barrio de San Lorenzo y que se ha convertido en un actor de éxito y en un gran embajador de Sevilla y Andalucía en el exterior.
“Por lo menos nos podemos ver de año en año. Aunque te veo en Los Protegidos”, le dice una señora a la que Antonio le devuelve el afectuoso saludo. Aún con el disgusto de la frustrada salida de la Bofetá -”yo estaba en el Sardinero viéndolo”-, este “radical andaluz y fundamentalista cofradiero” acude como cada Miércoles Santo a vivir con sus hermanos del Buen Fin unos ratos de convivencia antes de la salida.
Este año está algo fastidiado anímica y físicamente. Después de 22 años como costalero de su Cristo no podrá salir por culpa de dos hernias discales de las que le operan el próximo lunes: “El Domingo de Resurrección a las nueve de la noche ingreso en el hospital. Así que imagínate, a la pena que nos entra ese día hay que unirle eso. Va a ser doblemente triste”.
Antonio Garrido llegó al Buen Fin de la mano de su tío y padrino Juan Benito. De niño empezó a salir con una varita: “Recuerdo perfectamente venir y hablar con don Juan Blanco, uno de los cofrades cabales que ya apenas quedan, para salir con un cirio. Me decía siempre que era muy pequeño. Que me conformara con la varita”. Cuando fue mayor, por fin pudo pasarse al ansiado cirio, y hasta salió varios años con el guión sacramental: “Yo estrené el de la hermandad porque hasta entonces no era nuestro, nos lo prestaban”. A los 18 años se metió debajo del paso, primero de corriente, “en esa calle Cardenal Spínola tan bien adoquinada… eso no tiene nombre”. Luego, Javier Fal lo colocó en el zanco: “Hoy lo voy a pasar mal. Me comunicaron lo de las hernias hace tres semanas, si me lo dicen en junio, me hago a la idea, pero es que he hecho todos los ensayos. Es como pasar de sentir la cofradía como algo tuyo a verte desplazado”.
Cada año este sevillano se las apaña para tener vacaciones en Semana Santa, aunque en esta ocasión no ha sido necesario: “He podido vivir gran parte de la cuaresma, ya que terminamos el rodaje de la serie y de última película que he hecho, La chispa de la vida, de Álex de la Iglesia, que se estrenará en otoño”.
La Semana Santa, a excepción de la frustración del Martes Santo, la está viviendo de manera intensa, “aunque hoy tengo la sensación y la incertidumbre de que va a ser el último día de la Semana Santa, pero he vivido momentos pletóricos”. Entre ellos, la entrada de la Amargura o la Hermandad de las Penas por la calle Virgen de los Buenos Libros, donde es un clásico verlo con su hermano Ángel delante de la cruz de guía. “El diputado pensará que estamos colgados. Vimos la entrada de la Virgen desde la esquina de Jesús de la Vera Cruz y fue algo inenarrable y único. Parecía que el paso estaba quieto y que lo que se movía era la calle”.
En la Madrugada se volverá a enfundar el ruán del Calvario, otra de sus cofradías, para salir de penitente. Cofrade jartible, “a mis compañeros, cuando vienen a casa, les pongo vídeos de Semana Santa”. También se siente muy unido a la Cena, a los Caballos -” mi abuela materna nos hizo hermanos de pequeños”- y, por proximidad, a la Bofetá y a la Soledad de San Lorenzo, donde salen sus sobrinos Marta y Manolete. También a la Hermandad de Padre Pío, “una cofradía muy entrañable que hace una labor fantástica en su barrio”.

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