Es la mañana de Reyes, pero “los protegidos” no tienen regalos… aunque ese es el menor de sus problemas. Su vecina y casera, Rosa, ha conseguido que admitan a los niños en el colegio, y eso supone, entre otras cosas, que tendrán que crearse identidades falsas… y falsificar documentos. Jimena está dispuesta a intentarlo, pero Mario piensa que es una locura que puede acabar con sus huesos en la cárcel.
En el colegio los chavales tienen que convivir con otros de su edad, con el tremendo riesgo que eso supone; Carlos, al que le cuesta hacer amigos, puede delatar a todos cuando sus poderes se disparan a causa de los nervios; y Culebra se mete en líos al ligar descaradamente con Claudia, sin saber que ella ya tiene novio, Leo, el chico más popular del lugar, y que está dispuesto a llegar a las manos si hace falta para dejarle las cosas claras al nuevo.
Por si fuera poco, Silvestre contacta con Jimena, y ella, sorprendida, accede a llevarle hasta la casa que les sirve de refugio, sin saber que en realidad no es el hombre que ella conocía, sino Lucas, un chaval que puede “convertirse” en otras personas y que colabora con sus perseguidores.
Todo está en contra de la recién creada familia Castillo, y no parece que su aventura pueda llegar a buen fin, ¿o sí?
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